Mientras va en el colectivo, en su cabeza fantasea: "mira si me lo cruzo" imagina toda la charla de ese encuentro. Por la mirada invasiva de una señora, se sorprende sonriendo sóla, esta felíz. Pero se siente un poco estúpida cuando ve la cantidad de personas como hormiguitas amontonadas. Recién ahí cae en la realidad y piensa: -es imposible, ya no lo volveré a ver. Tampoco se si él viene a este recital y de venir, no lo encontraría en este gentío, ni siquiera conozco su cara! ésto no es una película de Hollywood, las cosas no funcionan así-
Volvamos atrás unos 10 días.
Recital de Faith No More, Mariana se encuentra en medio del pogo, entregada a la música, con la emoción a carne viva, rebotando entre cuerpos ajenos, cae al piso, antes de los pisotones, como suele ocurrir en estos casos, alguien la levanta y en microsegundos como si fuera una toma de judo, la toma del brazo le rodea la espalda y la ubica por delante suyo, sin mas contacto que el de la yema de los dedos contra los hombros, le ofrece un corralito de protección y crea una distancia con el hombre de rulos de adelante, para habilitarle un poco de ese oxigeno tan codiciado en esos aglomeramientos de personas. Todo el tiempo hay un gesto de amor y respeto del joven hacia ella, en todo momento evitando tener un roce inapropiado. Permanecieron allí, hasta que el baterista tiro sus baquetas y todos fueron tras ellas, irrumpiendo todo orden posible.
Mariana trata de ubicar al pibe. Me cuenta: -pero nunca le vi la cara, solo las mangas de su rompeviento negro, las uñas muy comidas, vi su celular, por que cada tanto filmaba y de fondo de pantalla tenía la bandera sureña... ahh y usa anteojo-. Lo busque y lo busque, necesitaba decirle gracias... Pero ya está, fin de la historia.
Nos situamos de vuelta en la fila de System of a Down, Mariana cae en la realidad, esto no es Pol-Ka, no lo veré más. Disfruta mucho el recital completo, saliendo del estadio en medio del tumulto, se pregunta donde estará el colectivo que la llevara por 800km a su casa. Pero estas salidas son eternas, y las personas van caminando cuadras y cuadras amontonadas, Mariana mira a quien estaba caminando pegado a su derecha y ve un rompeviento negro y anteojos... piensa: -sera él? no, no puede ser... ay Dios! como hago, como hago, maldición, no puedo ver sus uñas-
Caminan unas 10 cuadras, la tensión aumenta, desconcierto, -no puede ser él, no hay chances, esto es un mundo de gente- El pibe saca su celular, y Mariana ve allí la bandera sureña... Por primera vez en sus vidas se hablaron. Ella empezó, mentiría si dijera que lo dijo sin pensarlo, Mariana por días había imaginado esa primera charla... sin preámbulos, desde las tripas: "sos vos!" exclamo. -Si, sonrió él, soy yo. Esta vez él se movió rápido y pidió el número de celular, para no perderla nunca más, charlaron como 1 hora hasta encontrar el micro y quedaron en verse para el recital de Slipknot.
Mariana duerme 40 minutos, come y se entrega de vuelta a su rutina de ese monótono trabajo de convertirse en una maquinita atendiendo el telefono por 8 hs cronometradas entre paneles de cartón prensado pintados de blanco productividad y luego toma el colectivo, llega a bs as, pasa unas cuantas horas en la casa de su tía, Juani le escribe "llegue hace 2 horas al estadio, vos que onda?" -En un rato voy para alla y te escribo- contesto ella. Pero al llegar al lugar, no hubo forma de conseguir señal y eso que intento de todas las formas, hasta cambio el sim de smartphone a nokia 1100, pero no hubo caso, hasta que finalmente fue él quien logró comunicarse al terminar el recital. Se encontraron, se conocieron un poco más, y antes de arribar al colectivo, descubrieron sorprendidos que Mariana había pasado esa tarde horas en la casa de la tia, a sólo dos cuadras de la casa de Juani.
Los encuentros y desencuentros, no terminan aquí, No hay una historia de amor tras todo ésto, no esperen la escena de Mariana bajando del colectivo para correr en camara lenta hacia Juani que se va perdiendo entre la multitud de espaldas con la cabeza gacha, entonces ella lo alcanza lo toma del hombro, él se da vuelta con los ojos vidriosos sonríe a cámara y se besan apasionadamente por unos eternos segundos de inmortalidad y luego tendrán con desesperación sexo desenfrenado en un baño químico.
No, a Mariana ni siquiera le gustó Juani. Estamos Colonizados por esas películas con un final redondo.
Aveces, la historia cobra mucha fuerza y hay más amor en la historia, que en los protagonistas y ese si que es el desencuentro que aniquila toda magia de estas casualidades imposibles.