RADIOHEAD Y OTRAS BANDAS DE MIERDA
Cuando volví a quedar por primera vez a solas con mi hija de 8 meses.
Ella estaba muy inquieta y era lógico, apenas había percibido al amor de
su papá dentro de la panza y en sus primeros 11 días de vida. Me
dijeron los expertos, que es por eso que apenas volvimos a verla, no fue
a mi hermano, ni a mi papá a quien con los ojos sonreía y esa boca tan
vacía de dientes. Pero ella, había pasado todos estos meses en un mundo
distinto, con otra gente, en otro lugar. Ya no recordaba estas paredes,
el techo de machimbre y a esa cuna de sabanas rosas perfectamente
estiradas.
Lloraba, pataleaba... yo habia probado todo por calmarla,
soplarle la carita despacio, cosquillas en la panza. Probe poniendo en
youtube tutoriales para calmar bebes que no recuerdan el machimbre,
canciones de Maria Elena Walsh, pero ella seguía llorando.
Sin
querer con el botón play que tiene mi teclado, active el winamp, ese
impacto brusco de volumen, hizo que Emilia se exaltara, se sacudiera
como cuando a uno le agarra medio segundo de frío y se quedo callada
mirándome fijamente a los ojos.
Mientras la sala se inundaba de ok
computer, ella durmió, se quedo tranquila, como aquel adolescente
desolado, que en medio de la angustia existencial, encontró un lugar
calentito, un refugio en un plástico redondo.
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