3/7/07

Un sabio duende me dijo una vez…


Fue uno de esos días en que uno no sabe en que dirección correr, trataba de pensar, pero todo era en vano, nada se me ocurría, caminaba y caminaba por mi habitación, luego me acostaba y volvía a caminar. Mi mente me hostigaba, ¿alguna vez les dolió el cerebro? No digo la cabeza, sentía como si alguien intentara exprimir el cerebro pretendiendo extraer una gota, alguna idea, y ese alguien era yo… pero nada. Y de repente: ocurrió algo inesperado, en mi escritorio, un pequeño hombrecillo con una pipa que bailaba de lado en lado entre sus dientes amarillos, una larga y alineada barba blanca, me dijo: -Nico, nico. Quedate tranquilo y mira en el interior de tu corazón, ahí tenés toda la información necesaria, ¡en tu corazón! Y yo… y yo lo agarre a trompadas, enano de porquería ¿por donde habrá entrado? Este hijo de una gran siete me viene a afanar la Computadora portatil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sublime, aplaudo de pie, sin nada más que decir.

Anónimo dijo...

Muy muy bueno!