25/10/05

Sediento

La abstinencia, le ocupaba espacio en el cerebro, ya se había olvidado lo que era ser hombre. En sus ojos se presentía su deséo más mundano y con miedo a que se le marchiten las esperanzas, alzo su voz y se hizo trono junto a su belleza. Lejos de toda avaricia le convido de sus palabras más punzantes y juntos lamieron del néctar de la lujuria. Luego se fueron desconocidos, silbando alguna canción vigente, fingiendo indiferencia ante el mundo de la farándula que habitaba en aquel pueblo chico carente de charlas sustanciales. Me gusta contemplarte desnuda, me quedé callado 7 minutos… lo suficiente. Siento la agonía del pez respirando fuera del agua. Te esperé tirado entre nubes pensé que no volverías. Te ensalivé los labios y aquellos gordos sedentarios muertos de risa, murieron sin nada, infortuitos, pero denigrando nuestro amor.
Procer.

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